Al menos 28 mil millones de dólares vinculados a actividades delictivas han ingresado a los principales intercambios de criptomonedas en los últimos dos años, a pesar de las afirmaciones de seguridad de la industria y su creciente aceptación generalizada. La afluencia de “dinero sucio” proviene de piratas informáticos, ladrones, extorsionadores y grupos del crimen organizado que operan a nivel mundial, incluidos actores patrocinados por el Estado en Corea del Norte y redes de estafa que abarcan continentes.
El análisis, realizado por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, The New York Times y otras 36 organizaciones de noticias, revela que los fondos ilícitos se canalizan sistemáticamente a través de las bolsas más grandes del mundo. Estas plataformas facilitan la conversión de dólares estadounidenses y otras monedas en criptomonedas como Bitcoin y Ether.
Hallazgos clave:
- Binance, la bolsa más grande del mundo, participó en un acuerdo de 2.000 millones de dólares con una empresa de criptomonedas vinculada al expresidente Trump, incluso cuando los fondos ilícitos fluían a través de su plataforma.
- Al menos otro ocho intercambios destacados, incluido OKX, han recibido cantidades sustanciales de ganancias criminales.
- La adopción temprana de las criptomonedas por parte de los delincuentes fue impulsada por su velocidad y relativo anonimato, lo que las hace ideales para el lavado de dinero.
- El volumen de actividad ilícita está abrumando las capacidades de aplicación de la ley, lo que genera preocupaciones sobre la sostenibilidad del sistema actual.
La magnitud del problema:
El flujo de fondos ilícitos no se limita a los delincuentes de poca monta. Los piratas informáticos norcoreanos, conocidos por sus sofisticados ataques cibernéticos, han utilizado criptomonedas para lavar fondos robados. Las redes de estafa que operan en Myanmar y otras regiones canalizan dinero a través de intercambios, aprovechando las lagunas regulatorias y la débil aplicación de las leyes.
Respuesta de la industria:
A pesar del creciente escrutinio, muchas bolsas han tardado en implementar controles eficaces contra el lavado de dinero (AML). Si bien algunas plataformas afirman cooperar con las autoridades, el gran volumen de transacciones dificulta el seguimiento e interceptación de fondos ilícitos.
Desafíos regulatorios:
La naturaleza descentralizada de las criptomonedas plantea importantes desafíos para los reguladores. Los delincuentes aprovechan las lagunas jurisdiccionales y las tecnologías que mejoran la privacidad para evadir la detección. La falta de estándares globales consistentes complica aún más los esfuerzos de aplicación de la ley.
“Las fuerzas del orden no pueden hacer frente a la abrumadora cantidad de actividad ilícita en el espacio”, dice Julia Hardy, cofundadora de la firma de investigaciones criptográficas zeroShadow. “No puede seguir así”.
La continua afluencia de dinero sucio a las criptomonedas amenaza con socavar la credibilidad de la industria y obstaculizar su adopción más amplia. Sin una supervisión regulatoria más estricta y controles ALD más efectivos, es probable que el flujo de fondos ilícitos persista, lo que representa un riesgo sistémico para el sistema financiero global.




























